11 ene 2013

Sin casa después de 43 años

Francisca Haro y José Navarro, de 78 y 80 años, respectivamente, vecinos de Algallarín, fueron desalojados ayer de la vivienda que han compartido la mitad de sus vidas

La Guardia Civil procede a entrar en la vivienda
con la oposición de los vecinos
Incomprensión e impotencia fueron los sentimientos que se mezclaron a las 11 de la mañana de ayer en Algallarín, cuando más de una veintena de agentes de la Guardia Civil acompañaron a la titular del Juzgado número 2 de Montoro para desahuciar a Francisca Haro y José Navarro, dos octogenarios que han vivido durante 43 años en el número 13 de la calle San Fernando.

Numerosos vecinos se concentraron ante las puertas de la casa para impedir la entrada de los miembros del juzgado, circunstancia que se alargó dadas las dificultades que pusieron. La llave de la puerta de entrada a la casa de colonización, de 400 metros cuadrados, se partió y quedó dentro de la cerradura. En la parte trasera, la verja de entrada al patio, estaba anclada por un candado.

Varios medios de comunicación de ámbito nacional recogieron en directo estos difíciles momentos. Los vecinos, con lágrimas en los ojos la mayoría, increpaban a los agentes de las fuerzas de seguridad y se quejaban de los duros momentos que viven muchas familias.

La historia de Francisca y José es un tanto peculiar. Resulta que hace 43 años, José llegó a un pacto de caballeros con el propietario de la vivienda, hoy fallecido. Pero sus herederos son los que reclaman dicha vivienda, para venderla posteriormente y "hacerla dinero", relataban los vecinos.

Los afectados han tratado de llegar a acuerdos con el propietario actual, que vive en Barcelona, pero todos han sido infructuosos. Incluso les ofreció vivir en esta vivienda hasta que murieran, pero no ha podido ser. La alcaldesa de Algallarín, Encarnación Jiménez, presenció estos momentos, mostrándose muy dolida por esta situación. No tenía palabras para manifestar a este periódico lo que se estaba viviendo en su pueblo.

Por otro lado tuvo que desplazarse hasta el lugar una ambulancia de Montoro, dado el estado de ansiedad que vivieron tanto los octogenarios como sus hijos, que estaban respaldados por casi todo este pueblo, de poco más de 300 habitantes.

Palabras de indignación, incomprensión e injusticia salían de las bocas de las más de cien personas que se concentraron ante la puerta de esta vivienda, que la han mantenido durante estas más de cuatro décadas sus propios inquilinos.

Si hubiera estado cerrada estaría hecha escombros, como comentaban muchos vecinos que han visto que la casa está en perfecto estado de conservación.

Fuente: Diario Córdoba

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